Aunque el segmento LGBTQ gasta 33% más en viajes (y viaja entre cuatro y seis veces al año), muchos son los países y destinos en donde esta comunidad aún enfrenta sendas dificultades.
El acto de viajar es inherentemente político. Ya sea la fuerza de tu pasaporte, el país al que viajas, o cómo decides gastar tu dinero durante el viaje, cada decisión tiene ramificaciones más allá de una foto en Instagram.
Pero… para los viajeros LGBTQ esas decisiones pueden resultar aún mucho más difíciles. Más de 70 países alrededor del mundo criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo mientras que, incluso sin leyes discriminatorias, el clima cultural de otros pueblos puede provocar que turistas gays se sientan incómodos o inseguros en sus viajes. Tal es el caso de las Bermudas, donde la industria del turismo enfrenta un momento muy crucial poco después de que el derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo fuera derogado el año pasado (tan solo nueve meses después de que una ley que había sido aprobada, lo permitiera).
El nacimiento de #BoycottBermuda fue muy rápido: Carnival Cruise Lines, que había comenzado a ofrecer paquetes de bodas para parejas LGBTQ en sus barcos con rumbo a ese destino, apoyó una demanda para desafiar esta revisión. Por su parte, Ellen DeGeneres, en su famoso Talk-Show de amplio espectro, invitó a sus espectadores a boicotear las Bermudas, agregando que ella incluso había cancelado personalmente un viaje allí.
Más recientemente, George Clooney, en otra parte del planeta, lanzó un boicot en contra de los hoteles propiedad del sultán de Brunei como una respuesta a la Ley Sharia anunciada hace unos meses en aquel país y que atentaba contra los derechos de la comunidad LGBTQ.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT), el turismo gay pasa por uno de sus mejores momentos en la historia: “Es un segmento que viaja mucho y con mayor frecuencia que el viajero no LGBTQ. Además, demuestra patrones de gasto muy superiores a la media”.
Según un informe de Community Marketing & Insights, una empresa de investigación centrada en la comunidad LGBTQ, estos viajeros representan un segmento particularmente dinámico y muy lucrativo: “Gastan un 33% más en viajes y viajan un promedio de cuatro a seis veces al año”.
Por su parte, la Asociación Internacional de Viajes Gay y Lesbianas (IGLTA por sus siglas en inglés) ha hecho mucho trabajo para promover y comercializar nuevos productos y servicios turísticos para personas lesbianas, gays, bisexuales o transexuales. “Al igual que todos, las personas LGBTQ son increíblemente diversas y buscan experiencias diferentes cuando viajan. Algunas pueden inclinarse hacia productos y servicios diseñados específicamente para los viajeros LGBTQ. Otros, simplemente, pueden buscar destinos que les garanticen que serán recibidos y respetados en cada momento de su viaje”. La IGLTA recalca también que la divulgación y las estrategias para servir a los consumidores LGBTQ no deben suponer que se trata de un grupo homogéneo.
Así pues, a medida que la industria de los viajes madura sobre este tema, también lo hace el número de razones por las que los viajeros LGBTQ pueden ir a un destino u otro (o no). Los llamados «viajeros gays» deberán convertirse en viajeros que resulten ser simplemente gays. Por lo que me gustaría plantearles una pregunta: ¿hasta cuándo importará si un destino se comercializa como «LGBT Friendly»? Ojalá que muy pronto ya no sea necesario.